domingo, 13 de marzo de 2011

imcomplejidad..*

Soy un vampiro frente al espejo; un unicornio sin cuerno. Soy una pelea sin justificación; una fobia sin temor. Soy una cebra sin rayas; un león sin garras; un leopardo sin manchas. Soy una luciérgana sin luz; una noche sin luna, una recta sin rectitud. Soy una iglesia sin altar; un cura sin fe. Jesucristo sin divinidad. Soy un muérdago sin beso; una memoria sin recuerdos. Soy barco sin agua; mar sin sal; silla con tres patas. Soy una uña sin dedo; boca sin labios; adivinanza sin veo veo. Soy hoguera sin llamas; perro sin dueño; llanto sin lágrimas. Soy un día sin sol; un arcoiris descolorido; nieve ennegrecida. Soy una broma sin risas; un abrazo sin sonrisa; un minuto sin tiempo. Soy la eternidad secundaria; el talento desaprovechado; el secreto contado. La dicha infeliz; la boda sin novios; el dulce amargo. Soy un pequeño "gran"; una voz sin palabras; un verano sin temperatura. Soy la loca cordura. Soy quince años sin adolescencia; bebé sin biberón; aplausos sin manos. Clamor callado. Soy el rico sin oro; el actor sin Oscar; el torero sin toro. Soy cupido sin flechas; el amor sin enamorados; calendario sin fechas. Soy un aniversario sin año; año sin días; semana sin siete. Soy una señal que no advierte. Película sin director; guionista sin guión. Soy un ángel sin alas; una tumba sin esquela. Soy persona sin sombra; la perfección imperfecta; el alma sólida. Soy una sopa sosa; un marciano azul; un esposo sin esposa. Soy un bolígrafo sin tinta; árbol sin ramas; tute sin pinta*. Soy la festividad sin fiesta; la desgraciada sorpresa; un gnomo sin seta. Soy un pitufo desafortunado; un pez en tierra; un nadador sin nado. Soy lluvia sin nubes; soy científico sin ciencia; la falda sin piernas.
Soy yo. Y me falta algo.
¿Me faltas tú?
Lo dudo.
Porque soy la imcomplejidad compleja.

sábado, 12 de marzo de 2011

momentos..*

Quiero...NECESITO momentos asi..*

jueves, 3 de marzo de 2011

complejidad.

Él. Que arranca los matojos de tu respiración con lícita presencia. Él. Que merma tus sentidos y los envuelve en la seda de sus ojos. Él; el inigualable, el codiciado, el monstruo de manos suaves y sonrisas inquietas. Le posees tanto que te agobia el corazón. La pena, la suerte, la condena. Él; que busca tus brazos como sin quererlo, que quiere tu sabiduría sin imaginarlo. Que tiene, vive y destruye. Que de tu mente nunca huye. Sueñas con su pelo, con su cara, con su forma de llevarte a la utopía de la vida. Ilógica la dependencia, la cruel decadencia de tu alma cuando se escapa de tu campo de visión.El sentir. El querer. Es frustante que ningún sentimiento sea tan efímero como los ratos que pasas sentada a su derecha, sin mirarle, pero contentándote con escucharle hablar. Una palabra, y ya ha ganado. Puedes cerrar los ojos y sentir placer al escuchar tu nombre brotar de su garganta, salir disparado por su boca, acariciar sublimemente sus labios; y luego, la magia nunca se rompe. Estás atada, condenada, envuelta en una teleraña donde tú eres el mosquito. Pero lo deseas. Deseas ser su presa, deseas ser su alimento, deseas darle más vida. Que te engulla, para poder sentirlo desde dentro. Conocer el interior de sus sentimientos, escuchar el silencio de sus ojos al parpadear; descubres que su mirada no es tan común. Y descubres que tu terror está justificado. Porque te da miedo agarrarte tanto a algo que hasta ahora nunca te ha dado más seguridad que tu locura no-transitoria. Él. Él no tiene la culpa. Conoces ahora que es una marioneta de tus sentimientos, que no tiene por qué querer también tu juego; que tus secretos no tienen por qué ser sus secretos.Y eso duele. Duele tanto que agobia, quema, muerde, apuñala y atraviesa. Sin embargo, ese dolor se entremezcla con la alegría de verle. A él. Al imperfecto, al incorrecto, al incomplejo.Al que tú deseas enseñarle lo que es la complejidad.
Tu complejidad.